hablar. Explicando su tardanza, comentó que se había detenido a votar. “¡A votar!”, –preguntóle un crítico extremadamente piadoso- “pero, ¡mi querido hermano, yo pensé que usted era un ciudadano de la Nueva Jerusalén!” “Lo soy,” -respondió Spurgeon- “pero mi ‘viejo hombre’ es un ciudadano de este mundo.” “¡Ah!, pero usted debería mortificar a ‘su viejo hombre’ ” replicó el crítico. “Eso es exactamente lo que hice,” argumentó Spurgeon, “pues mi ‘viejo hombre’ es un miembro del Partido Conservador
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